Hola, soy Silvana. Anoche estuvimos con mi cuñado Carlos, esperando que llegaran mi hermana Lorena y Leonardo, mi esposo.
Pero la gran tormenta los retuvo y al fin llegaron hoy. Se los ve muy cansados, a ambos. Mi esposo algo molesto, porque al parecer no le ha gustado mucho que yo estuviera estos dos días sola con mi cuñado Carlos, pero yo le aseguré que nada ha pasado, pese a que el insistió en insinuar una y otra vez que Carlos no era de perderse oportunidades.
La verdad que si bien algo intentó, galanteando, con indirectas y esas cosas, yo no le di la oportunidad que estuvo buscando.
En ese momento no entendí por que mi marido revolvía el asunto. Era el, el que estaba en falta. Pero nada me dijo, y tan tontita de mi que no caí en cuenta que el se había montado a mi hermana en un hostal de la ruta.
Ya en la playa, mi hermana también toco el tema, preguntando si había pasado algo… mi respuesta fue claramente un no…. Y vos?, pregunte….
- y nada, dijo….. aunque no me faltaron ganas, porque vos bien sabes que siempre le tuve intenciones a Leo, pues me moja con solo mirarme.
- Che, pará, pareces desesperada, si queres arreglo una montada.
- No estaría nada mal…..
La cuestión que pasados unos días, ya todos sabíamos que mi hermanita Lorena quería tener un revolcón con mi marido. Curiosamente, Carlos lo proponía también, pues ellos fueron siempre muy liberales. Yo también estaba dispuesta de dejar que mi hermana se diera el gran gusto.
Leo, se hacia el desentendido, pero era evidente que Lore lo calentaba, produciendo en mi una rara sensación de deseos y lujuria.
El día estaba gris, Carlos se había ido a pescar…. Nosotros decidimos hacer una siesta, que no fue tal, ya que pronto estuvimos desnudos jugando una previa para darnos con todo. Y fue como un rayo que me hizo hacer aquello, de tener a Leo tumbado, mientras yo jugaba con su polla, llame a Lorena.
Ella apareció en la puerta, sonriendo con un - que hacen?